miércoles, febrero 22, 2006

Idola de Germán Marín


Antes de enviar este libro a Santiago, para que Burton lo lea, escribo algunas líneas respecto a las impresiones que me produjo. Este libro desmitifica al intelectual exiliado que vuelve a Chile con una idea de país que hoy no le acomoda, pero que prefiere sus viejos ideales y no la competitividad del sistema.
En Idola, el protagonista muestra la descomposición de un personaje con pocos escrúpulos, y menos oportunidades, con esa sensación que no encaja en el Chile de hoy, con la excepción de los momentos dados por una mujer y a la compañía de una imagen, el cuadro El Origen del Mundo de Gustave Courbet, transformándose en los escasos hilos que pueden mantenerlo vivo y lúcido.
Con la literatura, tenemos la gran posibilidad de mirar a través de los ojos del personaje y conocer hasta sus más íntimos sentimientos y sensaciones. Ser de alguna manera el personaje, por unos breves instantes.
Y de esta capacidad se vale Germán Marín para llevarnos por el viaje que llevará al protagonista – con una narración siempre en primera persona, cero diálogo- a deambular por Santiago, por Sofía, por un terremoto y por un rumbo que va también transformando el lenguaje culto del escritor sin ideas ni fuerza para escribir, a las palabras más simples y a los modismos de la clase media-baja, donde la parranda, la sexualidad y alcanzar un cierto estilo de vida son lo predominante.
No sabemos en qué minuto el personaje pierde la razón ante tanta desdicha o más bien el relato se transformó abiertamente en fantástico, haciéndonos reaccionar abruptamente y disociándonos de la mirada del personaje. Ya no podemos ver a través de los ojos de Germán Marín protagonista sutilmente, sin darnos cuenta que el personaje o ha perdido la razón o nos acoplamos a su mirada olvidándonos de mundo como lo habíamos conocido.
Idola es una historia de amor, pero también es un relato que nos permite dilucidar que la literatura es un juego donde armamos una historia de acuerdo a la mirada que nos da el o los narradores, y que asumimos como verosímiles y por tanto ciertos hasta que un autor pone el mecanismo en evidencia y nos da cuenta que la realidad siempre es algo subjetivo.
Idola y Las Noches de Flores, como "El Señor que Camina de Espaldas" de Pablo Azócar, las siento emparentadas por este juego que el cine ha trabajado magistralmente en películas como Sexto Sentido, El Club de la Pelea o Mentes Brillantes, donde la realidad nos da vuelco que al menos a mí, me deja aferrándome a la silla.

1 comentario:

burtonbk dijo...

Espero el libro con ansias
saludines