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domingo, marzo 28, 2010

“Nací Para Robar Rosas De Las Avenidas De La Muerte”


Poemario de Cristian Muñoz.

Raúl Zurita, Premio Nacional de Literatura, dice sobre este libro “los remarcables poemas de este libro, concretos, desollados, desprovistos de toda retórica, hacen de Cristian Muñoz una de las revelaciones verdaderamente entusiasmantes de la nueva poesía que se está escribiendo hoy en Chile”.

Dividido en tres partes, este poemario hace un registro de las experiencias y el mundo en que está inserto el autor, en una "ciudad de la nada", orándole a la Virgen de La Candelaria como a una madre que necesita conocer más a fondo a sus insesibles y monetarizados hijos. Un poeta que cree en la poesía como un mandala o una tabla de salvación, pero de la que hay que desconfiar también porque: "que las palabras/ se ocupan en la medida justa/ que tarde o temprano/ seremos borrados/ como una letra en una pizarra/ y nuestros poemas/ serán polvo.

Este libro de Editorial Cuarto Propio está disponible en Copiapó en Biblioplaza Libros -en Paseo de la Cultura, Ohiggins 610- y en librerías de todo Chile.

lunes, marzo 13, 2006

La primera animala es alta como una torre
desnuda en un monte vacío y abandonado.
De una figura privilegiada a todas seduce el
roce de sus partes llenas de brillo. Cuentan
que pasó muchas vidas con los ojos vendados
y eso agudizó a tal punto sus sentidos que
ahora ninguna se atreve con ella. Los ojos
los lleva pintados con la forma de una mujer
contenida de silencio. Cada pisada suya deja
el contorno de una deseo en el cielo dibujado.
Ella parece dura como el destino pero es un
espejo donde nos gusta meter la mano y
disfrutar un poco.
(De Piedras Sumergidas de AÍDA OSSES, imagen Jessica)

martes, enero 31, 2006


«Iré a otra tierra, a otro mar,
otra ciudad mejor que ésta encontraré.
Todos mis esfuerzos son una condena y
casi muerto está mi corazón.
¿Hasta cuándo podré, aquí, languidecer?
A donde vea, cualquier cosa que mire,
veo las negras ruinas de mi vida aquí
donde he gastado tantos años,
desperdiciados, destruídos totalmente»

No encontrarás otra tierra, otro mar.
La ciudad te perseguirá.
Caminarás las mismas calles,
envejecerás en los mismos barrios,
en las mismas casas encanecerás.

Aquí terminarás, no esperes nada mejor.
No hay barco para ti, no hay camino.
Como has destruido aquí tu vida,
en esta angosta esquina de la tierra,
así las has destruido en todo el mundo.

Este poema es de Konstantino Kavafis, escritor griego, homosexual, trata el canto al hombre como objeto sexual en muchos de sus textos. Vivió toda su vida como un honrado funcionario público robándole las horas al sueño para escribir su literatura. Este poema me gusta, habla de que el lugar no es el problema, si no más bien uno, y que lo que debemos solucionar está en nosotros, no afuera.
Más de alguna vez se lo leído a algún desesperado cercano en esos momentos que vemos todo negro y pensamos en opciones radicales como irnos y vivir esa metáfora de empezar todo de nuevo.
Una confesión: mi opción siempre ha sido quedarme.

viernes, diciembre 09, 2005

Lágrimas de Dragón


Osvaldo Angel

Las místicas metas que intuí desde niño
Reverberan como caleidoscopios.
Trozos de eternidad, quizá.
Nunca, sin embargo, predije
Mis mañanas, esta mordaza, el devenir,
La agonía del suicidio funcional.
Escamas delirantes que el hombre suele acunar,
“estando en el agua se aprende a nadar, hijo”.
Todo era equilibrio como el pan tostado con margarina.
Tengo treinta y lágrimas de dragón suelo emitir cuando callo,
Sin lápiz en la raíz,
Sin voz contándote los cabellos en el recuerdo.
Las brumas y el vino; orgamos desparramados en las sábanas;
Todo germinaba a causa de eso que llamamos infancia,
Paraíso estancado entre caballos
De madera y herrumbosos autitos de plástico,
Pelotas de colores desteñidas, desinfladas,
Como las metas que construí cuando pensaba
La vida en escalones,
Cuando la sociedad era sinónimo de familia,
Cuanto todo provenía de la magia,
Y cada causa era nostalgia de futuro.
Inverosímil como aquello; un trozo triste de placer,
hambre de consonantes en tardes de ocio y alegría
inventada a causa de nadie.
Algo se derrumbó cuando soñaba y veía,
Cuando creía y palpaba,
Y con certeza elucidaba tu sabor,
Tu compañía como algo
Que no se permite aprehender sino cavar adentro
Y enterrar con los materiales del tiempo,
Los cauces secos de un río infinito,
Como una lengua exasperante y débil,
Corrosivo en cada sílaba, aguzada en símbolos;
Dragón sin princesa en aquellos años
Un basilisco ensangrentado sobre los prados
Chillones del mediodía;
Hembra de la celeridad en cada gota de rocío;
Destello de puñal;
Mi bella bestia,
Sorprendente y princesa.
Lágrimas de dragón.
Este poema figura en la Antología del Segundo Encuentro de Poetas del Norte que les contaba en un post anterior que se realizó en Antofagasta. Osvaldo Angel es un poeta copiapino.

miércoles, noviembre 16, 2005

Del archivo de recortes:


Todas las cartas de amor son ridículas

Fernando Pessoa, publicado bajo el seudónimo de Alvaro de Campos

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

Yo también en mi tiempo
escribí cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron
cartas de amor
sí que son ridículas.

Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas.

Saqué este poema de mi disco duro de archivos, es un poema que de adolescente me encantó y ha seguido acompañandome durante el resto de mi vida, tanto por su contenido que habla de una aparente desvalorización del amor y sus efectos, pero que finalmente no es tal. También por su forma, el juego entre esdrújulo y ridículo, y en definitiva hay poemas que realmente a uno le llegan a un punto exacto y a mi me ocurre con éste.


lunes, noviembre 14, 2005

Segundo Encuentro de Poetas del Norte



La penúltima semana de octubre se realizó en Antofagasta el Segundo Encuentro de Poetas Jóvenes del Norte. El primero fue el año pasado en Copiapó, iniciativa que lideró Osvaldo Angel, con el fin de primero conocerse personalmente ya que algunos se habían leído o contactado con anterioridad o y habían referencias por ahí.
La idea era encontrarse y con algunas ponencias más bien académicas de literatos como Walter Heffler, o Mauricio Barrientos de la Sech, conversar acerca de tendencias y elementos comunes en esta generación. Y de otros poetas como Victor Hugo Díaz, y todos los asistentes, dar cuenta de qué está haciendo cada cual.
En el primer encuentro publicaron la antología “Poetas del Desierto”, que recogió lo que se estaba haciendo. Muchos de los poetas recogidos tuvieron de esta forma la oportunidad de ver sus textos en un libro, ya que estaban inéditos producto de lo difícil que es publicar por estas tierras, donde no existen editoriales y llegar a las ubicadas en Santiago no es fácil.
Una antología que ha circulado muy poco en librerías, pero sí bastante hacia poetas y gente del mundo literario, casi como una prueba que el norte existe y que hay bastante gente haciendo un buen trabajo.
Este año, con apoyo del fondo del libro se realizó la segunda versión. Siguieron el esquema de recorrer la región y ofrecer recitales poéticos en varias ciudades, además de concentrarse en Antofagasta para algunas discusiones y unas cuantas lecturas. Contaron en la apertura con la presencia de Hernán Rivera Letelier.
También esta vez hubo una publicación “Antología del Segundo Encuentro de Poetas del Norte”, que en esta edición obvió lo de jóvenes, por la inclusión de unos cuantos escritores más maduros, pero mayoritariamente los escritores tienen una corta edad.
Cuarenta y ocho poetas que en 188 páginas dan a conocer su trabajo, muchos de ellos mostrando una evolución positiva.
Doy a conocer una muestra de lo que están haciendo los poetas que viven en nuestra zona y que aparecen en esta nueva antología. Como es largo, comenzaré con un poema de Cristian, mi pareja:

Carretera
Cristian Muñoz

Siempre es el mismo busecito
Siempre la misma carretera
Y la torre Eiffel en medio de la pampa
Siempre es disco pare, desvío del camino
Autos abandonados y kilómetro 93.
Siempre son horizontes que se recortan en la distancia

Montículos de roca dejados por la creación
Siempre soy yo y las circunstancias
Pero no mi vida
A treinta años del útero
La realidad no deja de ser
Un gato mirando en la oscuridad
Siempre es la poesía la que falta cuando uno escribe

Pero hay un silencio en la belleza
Un silencio metafísico
Que ordena el caos donde uno vive.