“Nuestra vida puede ser ésta, la que ahora llevamos, y mil otras que pueden cambiar en cualquier momento, es cosa que nos decidamos a hacerlo, o que el azar se cuele en los intersticios de la existencia y cambie el rumbo que alguna vez creímos inmutable. Y cuando surge este relieve que nos llena de asombro también nos hace sentir leves. Ninguna de nuestras decisiones es tan definitiva o tan trascendental. Y nos hace sentir librados de un destino único y definitivo. Nuestra vida está hecha de circunstancias, no de culpas, de sucesivas posibilidades, no de sucesivos encarcelamientos. De futuro, no de pasado.”
Palabras sabias, que encontré cachureando en un montón de diarios viejos. Corresponden a Pablo Simonetti con su comentario sobre la obra de Roberto Bolaño “Vidas Mínimas y Azarosas”, en las que logra entusiasmar para leer a Bolaño, sobre todo cuando dice que la lectura de “Los Detectives Salvajes” le cambió la vida. O por lo menos a mí me conmueve esta mirada absolutamente personal, de vida, en la que está hablando desde el alma y no del intelecto. Suelo rechazar esas lecturas que hablan mucho de una manera fría desde el intelecto, como queriendo quitarles su dosis de humanidad a la literatura, al arte, a las ciencias humanas.
Me puedo conectar con esta cita, gatilla recuerdos como cuando me vine a pasar la navidad con mis padres a Copiapó y nunca volví a Antofagasta porque decidí quedarme en un trabajo, algo distinto a lo que pensaba comenzar de vuelta en esa otra ciudad. O aquellos momentos difíciles que uno vive, donde cada día tomas decisiones que parecen, en el minuto, que te jugaras la vida en ellas y al contemplarlas después te das cuenta que estuvo bien o mal, pero que nada era tan definitivo porque todo siempre puede cambiar.
Simonetti termina su comentario diciendo que los personajes de Bolaño no siempre terminan bien, pero tienen vidas valiosas. “Al rescatar estas vidas mínimas y azarosas, Bolaño nos rescata a todos. Nos perdona. La literatura nos perdona. La literatura es la religión de los pecadores, de los escépticos, de los extraviados. La literatura nos salva, ahora, mientras nos movemos aquí en la tierra.”
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