Ya lo han dicho muchas veces: en el lenguaje las formas de la discriminación se multiplican y consolidan. Más allá de la discusión sobre el poner el género al lenguaje, yo lo siento muy dentro cada vez que me dicen “mijita” o alguna de sus variaciones más frecuentes: chiquita, chatita, mija o hija. Una serie de diminutivos que no van con mi personalidad, y que especialmente en las relaciones de trabajo me molestan profundamente.
En mi ya larga lista de trabajos me he encontrado con diversas clases de hombres, y en algunos de ellos uno huele esa actitud machista que a algunos se les sale por los poros. Debo decir que como resultado final no he tenido ese tipo de problemas, ya que por norma general mantengo las distancias con cualquiera que me huela a estilo troglodita, y en particular comienzo con pequeñas aclaraciones y mayores cuando el caso lo amerita.
Una de ellas es no dejar que me mijiteen.
Es como si en medio de una reunión, o de estar hablando de una decisión importante pretendieran tratarte como inferior en algún sentido, decirte casi tontita, descalificando de esa manera tus opiniones o posturas y darse ellos el lugar de las canas. Cuando era más joven era aún peor, con eso de que la juventud es sinónimo de inexperiencia, ya que en este país te empiezan a tomar en serio después que cumples los treinta años.
Creo que he tenido éxito en esto, que la tentación sufrida por varios al inicio de mi carrera, cuando todavía era una joven demasiado bonachona y que buscaba aprobación, fue cortada por mi otro impulso de ponerme de igual a igual. He tenido personal a cargo –en ocasiones colegas y hasta todos hombres-, me he desempeñado también como asesora e igualmente me he desempeñado en otros espacios como el gremial o un círculo de estudios sin pasar por el clásico mijiteo.
En mi ya larga lista de trabajos me he encontrado con diversas clases de hombres, y en algunos de ellos uno huele esa actitud machista que a algunos se les sale por los poros. Debo decir que como resultado final no he tenido ese tipo de problemas, ya que por norma general mantengo las distancias con cualquiera que me huela a estilo troglodita, y en particular comienzo con pequeñas aclaraciones y mayores cuando el caso lo amerita.
Una de ellas es no dejar que me mijiteen.
Es como si en medio de una reunión, o de estar hablando de una decisión importante pretendieran tratarte como inferior en algún sentido, decirte casi tontita, descalificando de esa manera tus opiniones o posturas y darse ellos el lugar de las canas. Cuando era más joven era aún peor, con eso de que la juventud es sinónimo de inexperiencia, ya que en este país te empiezan a tomar en serio después que cumples los treinta años.
Creo que he tenido éxito en esto, que la tentación sufrida por varios al inicio de mi carrera, cuando todavía era una joven demasiado bonachona y que buscaba aprobación, fue cortada por mi otro impulso de ponerme de igual a igual. He tenido personal a cargo –en ocasiones colegas y hasta todos hombres-, me he desempeñado también como asesora e igualmente me he desempeñado en otros espacios como el gremial o un círculo de estudios sin pasar por el clásico mijiteo.
4 comentarios:
Te entiemdo, a mí también me suelen decir de cierta forma que no voy a decir ahora pero que me carga, especialmente porque lo suelen decir cuando yo no estoy presente (aunque no tengo nada en contra de los que si son eso que a mí me dicen y no soy) ¿se entiende?
En realidad no.
jessica, te linkeé en mi blog, espero ke me respondas, como lo hiciste la otra vez, la verdad es ke linkeé a todos los del curso o taller en mi blog, es ke kiero conocer a los bloggers de mi ciudad.
Un abrazo y nos vemos, es decir, nos posteamos.
Adioz
Chauuuu
Es curioso. He buscado "mijita" en el diccionario de la Real Academia Española para ver si se escribía con "j" o "g" y, al no venir, lo he metido en el Google a ver qué pasaba. Dirás que soy un burro (por no saber cómo escribirlo), pero en Andalucía lo utilizamos no como apócope de "mi hijita", sino que migaja y migajita; es decir, "una mijita" sería algo pequeño, ya sea un objeto o, incluso, algo no tangible, incluso una idea. Sin embargo, "un mijita" sería una persona excesivamente meticulosa. Cosas del lenguaje. En fin, ya sé que no tenía mucho que ver con la idea que ponías en tu entrada, pero siempre me ha llamado la atención las vueltas que da el lenguaje.
Salud.
Publicar un comentario