Dicen que en la edad media discutían acerca de cual era el sexo de los ángeles. Durante mi educación católica, recibí múltiples lecciones respecto a la creación, los siete días, el jardín del edén y por su puesto el nuevo testamento. Las parábolas de Jesús, y todas esas historias que algo tienen de fascinantes con tantos años de antigüedad. Pero sobre el cielo, me han transmitido muy poco, más bien algunas vagas alusiones de Cristo al nuevo reino, en el que estarían todos sus discípulos antes de su muerte – según una traducción de San Marcos- y otras del Antiguo Testamento que más bien parecen metáforas.
Como de niña he sido una ávida lectora, me he tropezado en más de una ocasión con diversas descripciones del paraíso y del infierno, la divina comedia, por cierto, nos ha entregado diversas metáforas que dejan claro su carácter de símbolos. También la mitología griega ha contribuido a mi imaginario y al de innumerables generaciones con esos rayos precediendo a la voces o apariciones de los dioses, el más allá y los infiernos con límites que encierran a monstruos fantásticos y condenados al castigo. Una contribución fundamental a la idea que tenemos del paraíso han sido las diversas pinturas con imágenes de ángeles y santos y también las películas y dibujos animados que durante la infancia intentaban responder al qué va a pasar después de la muerte.
Cosmogonía, le dicen a este aspecto de las diversas culturas donde el o los dioses creadores, la concepción de bien y el mal y el sentido de la vida son el motivo central. Y formando parte de la judeo- cristiana encuentro demasiado fome esa idea de un cielo tranquilo, lánguido con gente vestida de blanco y celeste, y quizás tocando instrumentos en una banda sonora de sonidos suaves sin pasión –prefiero lo docto al new age-.
Pero para mi agrado hay otra posibilidad, algo que descubrí gracias a Borges Oral, un libro que adquirí en la feria del libro usado -que alunizó un par de semanas en la plaza de la ciudad- y que reúne cinco conferencias que el escritor ofreció en la Universidad de Belgrano. Una de ellas está dedicada a Emanuel Swedenborg (Estocolmo 688-l77), un sacerdote, irlandés, científico con más de 25 libros publicados sobre anatomía, geometría y mineralogía a los cincuenta y cinco años. Sirvió al Rey Carlos III y su vida se transformó luego de lo que él definió como una revelación pero que para muchos no fue más que un acceso de locura: un desconocido –narra Swedenborg- lo siguió por las calles de Londres e ingresó a su casa para decirle que la iglesia estaba decayendo y que debía renovarla, creando la iglesia de Jerusalén. El desconocido era Jesús.
Así tuvo el privilegio de poder caminar por el cielo y el infierno y describir los parajes y la vida en cada uno de ellos, los que plasmó en una extensa obra. Se trata de un cielo distinto, donde la inteligencia también es un valor, como la sensualidad, el amor, porque la tesis es no empobrecer. Un cielo con más colores y sensaciones que la Tierra, más vívido.
Swedenborg cita la historia de un hombre obsesionado en esta vida con ganarse el cielo, para ello se apartó del mundo con el fin de rezar y meditar hasta que la muerte lo alcanzó y llegó al cielo, lugar donde no supo qué hacer porque su mundo se había empobrecido tanto que no encajaba. No entendía las conversaciones de los ángeles, no lograba aprender ni compartir.
Otro punto importante es la salvación, que se alcanza no sólo por las obras y la fe, también es posible por la obra intelectual. Dios no condenaría a nadie, los ángeles se acercarían a todos los muertos y él, por su libre albedrío, escogería por afinidad el lugar donde se sintiera más cómodo, existiendo también una zona intermedia de espíritus que dialogan con ángeles y demonios.
Toda esta visión se encuentra en una extensa obra –de otros 25 libros- de prosa reposada e inteligente según Borges, donde destaca “Del Cielo, Del Infierno y Sus Maravillas”.
Swedenborg fue declarado loco, cuando en los últimos años de su vida conversaba con los ángeles y los demonios en su cuarto, viviendo con antelación lo que sería la vida en el cielo de acuerdo a su visión del más allá. Un personaje del que no sabía nada, pero que me ha encantado con ese cielo posible, y ese infierno hecho de zancadillas y conspiraciones, y no de fuego y tormentos.
Pd: De todas formas, gugleé al personaje en cuestión, después de todo a Borges le encantaba inventar supuestos personajes, así que para cerciorarme de mi ignorancia...
Como de niña he sido una ávida lectora, me he tropezado en más de una ocasión con diversas descripciones del paraíso y del infierno, la divina comedia, por cierto, nos ha entregado diversas metáforas que dejan claro su carácter de símbolos. También la mitología griega ha contribuido a mi imaginario y al de innumerables generaciones con esos rayos precediendo a la voces o apariciones de los dioses, el más allá y los infiernos con límites que encierran a monstruos fantásticos y condenados al castigo. Una contribución fundamental a la idea que tenemos del paraíso han sido las diversas pinturas con imágenes de ángeles y santos y también las películas y dibujos animados que durante la infancia intentaban responder al qué va a pasar después de la muerte.
Cosmogonía, le dicen a este aspecto de las diversas culturas donde el o los dioses creadores, la concepción de bien y el mal y el sentido de la vida son el motivo central. Y formando parte de la judeo- cristiana encuentro demasiado fome esa idea de un cielo tranquilo, lánguido con gente vestida de blanco y celeste, y quizás tocando instrumentos en una banda sonora de sonidos suaves sin pasión –prefiero lo docto al new age-.
Pero para mi agrado hay otra posibilidad, algo que descubrí gracias a Borges Oral, un libro que adquirí en la feria del libro usado -que alunizó un par de semanas en la plaza de la ciudad- y que reúne cinco conferencias que el escritor ofreció en la Universidad de Belgrano. Una de ellas está dedicada a Emanuel Swedenborg (Estocolmo 688-l77), un sacerdote, irlandés, científico con más de 25 libros publicados sobre anatomía, geometría y mineralogía a los cincuenta y cinco años. Sirvió al Rey Carlos III y su vida se transformó luego de lo que él definió como una revelación pero que para muchos no fue más que un acceso de locura: un desconocido –narra Swedenborg- lo siguió por las calles de Londres e ingresó a su casa para decirle que la iglesia estaba decayendo y que debía renovarla, creando la iglesia de Jerusalén. El desconocido era Jesús.
Así tuvo el privilegio de poder caminar por el cielo y el infierno y describir los parajes y la vida en cada uno de ellos, los que plasmó en una extensa obra. Se trata de un cielo distinto, donde la inteligencia también es un valor, como la sensualidad, el amor, porque la tesis es no empobrecer. Un cielo con más colores y sensaciones que la Tierra, más vívido.
Swedenborg cita la historia de un hombre obsesionado en esta vida con ganarse el cielo, para ello se apartó del mundo con el fin de rezar y meditar hasta que la muerte lo alcanzó y llegó al cielo, lugar donde no supo qué hacer porque su mundo se había empobrecido tanto que no encajaba. No entendía las conversaciones de los ángeles, no lograba aprender ni compartir.
Otro punto importante es la salvación, que se alcanza no sólo por las obras y la fe, también es posible por la obra intelectual. Dios no condenaría a nadie, los ángeles se acercarían a todos los muertos y él, por su libre albedrío, escogería por afinidad el lugar donde se sintiera más cómodo, existiendo también una zona intermedia de espíritus que dialogan con ángeles y demonios.
Toda esta visión se encuentra en una extensa obra –de otros 25 libros- de prosa reposada e inteligente según Borges, donde destaca “Del Cielo, Del Infierno y Sus Maravillas”.
Swedenborg fue declarado loco, cuando en los últimos años de su vida conversaba con los ángeles y los demonios en su cuarto, viviendo con antelación lo que sería la vida en el cielo de acuerdo a su visión del más allá. Un personaje del que no sabía nada, pero que me ha encantado con ese cielo posible, y ese infierno hecho de zancadillas y conspiraciones, y no de fuego y tormentos.
Pd: De todas formas, gugleé al personaje en cuestión, después de todo a Borges le encantaba inventar supuestos personajes, así que para cerciorarme de mi ignorancia...
3 comentarios:
Curioso blog.
Interesantísimo. Trataré de averiguar más sobre este fascinante personaje.
Abrazo,
AAB
Estimada Jessica: soy Bibliotecario Documentalista y estoy investigando sobre la oferta audiovisual para los habitantes de Vallenar. Serías tan gentil de ayudarme a conseguir la siguiente información:
¿Cuántas salas de cine hay en la ciudad?
¿Quién las administras?
¿Qué capacidad de público tienen?
¿Cómo funcionan? ¿Qué exhiben y con qué periodicidad?
Ojalá puedas ayudarme lo antes posible.
Gracias y felicitaciones por su Blog
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