Publicar en regiones siempre es difícil. Abundan las autoediciones, realizadas en imprentas de provincia que deben ser comercializadas normalmente por los mismos autores –previo pago del escritor a quien imprimió los ejemplares-, quienes ponen en concesión sus libros en las escasas librerías, además con dificultades de marketing para llegar al público. Es la expresión de una industria cultural inexistente, donde los esfuerzos románticos de unos cuantos autores le dan vida a lo que de otra forma sería un desierto.
No en todas las regiones es igual. En muchas de ellas las universidades tradicionales –cumpliendo su rol de garantes del desarrollo y preservación de la cultura- han asumido la tarea de editar a escritores locales, investigaciones y reediciones de clásicos que ayudan al desarrollo de la identidad local y las expresiones artísticas en general. En otras más desarrolladas, algunas editoriales han logrado fomentar un mercado que permite aliviar la tarea de quienes desean publicar. Valparaíso y Concepción son ejemplos de ello, Antofagasta también ha hecho lo suyo, entregando a las editoriales mayores, -esas que tienen sus oficinas centrales en Santiago y capitales transnacionales- al fenómeno de Hernán Rivera Letelier y al joven Patricio Jara.
Bueno, esto a modo de introducción para alabar a los valientes que durante el año han invertido algunos dineros para editar sus libros en nuestra zona. Al inicio de este 2007, no es malo mirar qué ha pasado en nuestra literatura y otras disciplinas.
Eduardo Aramburú, ya alejado de la Dirección Regional de Cultura, ha retomado su editorial Norte Grande y reeditó todo un clásico en nuestra ciudad, la “Historia de Copiapó” de Carlos María Sayago, que lanzó en el hotel Diego de Almeida a tablero vuelto, y con la presencia del ex rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros. Probablemente se trató de un hito dentro de las publicaciones regionales.
Capítulo aparte también fue “Olivares Valdivia” de Boris Martínez y Samuel Salgado, de Editorial Pehuén, alabado por El Mercurio en Artes y Letras y Diario Siete, lamentablemente no está en las librerías locales pero esta investigación de alguna forma ha logrado llegar a la zona y mostrar la obra de un fotógrafo que registró momentos tan importantes como el terremoto de 1922. Y ha estado presente también en congresos internacionales, forma parte de la Biblioteca Bicentenario y es una carta de presentación del Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico que financió en parte esta investigación e impulsó la edición del libro.
El historiador Lincoyán Montiel también estuvo bastante activo este año, e incluso ha logrado concitar los apoyos de empresas mineras de la zona para lanzar su “Historia de Copiapó”, que comprende la historia reciente de la capital regional. Fredy Angel Rojas publicó la novela “El Último Paraíso”, sacando la cara por la narrativa, género poco desarrollado en la zona, mientras que los ganadores del concurso de cuentos para estudiantes impulsado por Diario Chañarcillo y Pucobre también está circulando.
El taller literario impartido por Tussel Caballero en la Escuela de Artes de la Dirección de Extensión Cultural de la Municipalidad de Copiapó también está lanzando el libro “Voces Emergentes del Copayapu” con los mejores trabajos de los asistentes.
El poeta Sebastián Villalobos, autor de “Instrumentas” (2002), publicó su “Glosario de Términos Mineros”, haciendo así un tributo al vocabulario de nuestra zona. En el ámbito de la poesía, una cara nueva es Edgard Quevedo Torres, peruano residente en la zona con tan sólo 20 años de edad, quien ingresó al ruedo con “Andar Plutónico”. En el mes de diciembre, la poeta Patricia Zuloaga también lanzó su libro “De la Mano con la Poesía”, destinado a enseñar a párvulos y estudiantes del primer ciclo básico la poesía y diversos valores como el trabajo en equipo, la no discriminación social y étnica, entre otros. Texto que, por lo demás, en Argentina está siendo utilizado en una escuela de Santiago del Estero. Muchos de estos libros no están en las librerías ni en la mensual feria del libro de la plaza, sus lanzamientos no aparecieron en los medios de comunicación y sus obras se difunden y distribuyen a través del círculo de conocidos, producto de la precariedad de nuestra industria cultural. Pero existen y son más que en el 2005, dando cuenta de unas meritorias ganas de escribir y dar a conocer sus obras.
No en todas las regiones es igual. En muchas de ellas las universidades tradicionales –cumpliendo su rol de garantes del desarrollo y preservación de la cultura- han asumido la tarea de editar a escritores locales, investigaciones y reediciones de clásicos que ayudan al desarrollo de la identidad local y las expresiones artísticas en general. En otras más desarrolladas, algunas editoriales han logrado fomentar un mercado que permite aliviar la tarea de quienes desean publicar. Valparaíso y Concepción son ejemplos de ello, Antofagasta también ha hecho lo suyo, entregando a las editoriales mayores, -esas que tienen sus oficinas centrales en Santiago y capitales transnacionales- al fenómeno de Hernán Rivera Letelier y al joven Patricio Jara.
Bueno, esto a modo de introducción para alabar a los valientes que durante el año han invertido algunos dineros para editar sus libros en nuestra zona. Al inicio de este 2007, no es malo mirar qué ha pasado en nuestra literatura y otras disciplinas.
Eduardo Aramburú, ya alejado de la Dirección Regional de Cultura, ha retomado su editorial Norte Grande y reeditó todo un clásico en nuestra ciudad, la “Historia de Copiapó” de Carlos María Sayago, que lanzó en el hotel Diego de Almeida a tablero vuelto, y con la presencia del ex rector de la Universidad de Chile, Luis Riveros. Probablemente se trató de un hito dentro de las publicaciones regionales.
Capítulo aparte también fue “Olivares Valdivia” de Boris Martínez y Samuel Salgado, de Editorial Pehuén, alabado por El Mercurio en Artes y Letras y Diario Siete, lamentablemente no está en las librerías locales pero esta investigación de alguna forma ha logrado llegar a la zona y mostrar la obra de un fotógrafo que registró momentos tan importantes como el terremoto de 1922. Y ha estado presente también en congresos internacionales, forma parte de la Biblioteca Bicentenario y es una carta de presentación del Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico que financió en parte esta investigación e impulsó la edición del libro.
El historiador Lincoyán Montiel también estuvo bastante activo este año, e incluso ha logrado concitar los apoyos de empresas mineras de la zona para lanzar su “Historia de Copiapó”, que comprende la historia reciente de la capital regional. Fredy Angel Rojas publicó la novela “El Último Paraíso”, sacando la cara por la narrativa, género poco desarrollado en la zona, mientras que los ganadores del concurso de cuentos para estudiantes impulsado por Diario Chañarcillo y Pucobre también está circulando.
El taller literario impartido por Tussel Caballero en la Escuela de Artes de la Dirección de Extensión Cultural de la Municipalidad de Copiapó también está lanzando el libro “Voces Emergentes del Copayapu” con los mejores trabajos de los asistentes.
El poeta Sebastián Villalobos, autor de “Instrumentas” (2002), publicó su “Glosario de Términos Mineros”, haciendo así un tributo al vocabulario de nuestra zona. En el ámbito de la poesía, una cara nueva es Edgard Quevedo Torres, peruano residente en la zona con tan sólo 20 años de edad, quien ingresó al ruedo con “Andar Plutónico”. En el mes de diciembre, la poeta Patricia Zuloaga también lanzó su libro “De la Mano con la Poesía”, destinado a enseñar a párvulos y estudiantes del primer ciclo básico la poesía y diversos valores como el trabajo en equipo, la no discriminación social y étnica, entre otros. Texto que, por lo demás, en Argentina está siendo utilizado en una escuela de Santiago del Estero. Muchos de estos libros no están en las librerías ni en la mensual feria del libro de la plaza, sus lanzamientos no aparecieron en los medios de comunicación y sus obras se difunden y distribuyen a través del círculo de conocidos, producto de la precariedad de nuestra industria cultural. Pero existen y son más que en el 2005, dando cuenta de unas meritorias ganas de escribir y dar a conocer sus obras.
7 comentarios:
Es una pena que no existan incentivos para la difusión de las obras de los talentos regionales.
Gracias por tu cariñoso saludo de fin de año y con Bernd deseamos lo mejor para ti este 2007 ¡Un abrazo enorme!
chisss!!! actualiza el blog poh jessicaaaaaa.
Saludos susana.
Me pasé por acá pensando que te iba a encontrar actualizada... pero no ha sido así, que lata. En todo caso no puedo quejarme, porque yo también he bajado mi pluma un poco. O mis dedos han estado un poco flojos, mejor dicho.
En todo caso, me gustaron esas fotos sobre la muerte de Pinochet, el retoque me hace gracia.
Con respecto a temas más nobles y altos, me gustó saber que se está publicando o más bien apoyando la cultura en Regiones.
Me gusta eso.
Hay tanta historia que falta por ser descubierta o mostrada.
Para eso hace falta trabajo y patrocinio... siempre.
Saludos.
FAAA
Hola:
Jessica, te cuento que se esta publicando una revista de difusión cultural y turística para Atacama.
En el segundo numero que sale en diciembre pondran blogs de atacameños,¿te gustaría participar?
solo tienes que dar tu autorización y listo.
Si quieres puedes incluir un link en tu blog de la revista, y así los blogonautas colaboremos en la difusión de nuestra zona
Puedes ver más información en www.km807.cl
contacto:
info@km807.cl
salud2
Hola:
Excelente blog si puedes date una vuelta por el nuestro porque tu opinión nos parece importante.
Amigos, poesia in www.blogpoh.blogspot.com
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